En La Mística de La Feminidad, Betty Friedmann habla sobre el malestar que ha estado acallado por años en las mentes de las mujeres, una inquietud extraña, una sensación de insatisfacción, la pregunta no pronunciada “¿es esto todo?”. Un malestar que no tiene nombre pero que es compartido. Ese malestar ha mutado en la vida contemporánea para convertirse en una fatiga de existir, pues se ha impuesto sobre esta la nueva carga del “realizarse como mujer”, pero esta realización sigue estando bajo los estándares de una sociedad construida y moldeada por hombres.
